Un concepto psicológico importante que puede añadir verdadera intensidad a nuestra práctica en el aula es la idea de los halagos.
Eric Berne, fundador del análisis transaccional, apunta que las personas necesitan- y tratan de- captar la atención de los demás, tanto si esa atención es positiva como si es negativa.
Los halagos son el reconocimiento, sensibilidad o atención que una persona da a la otra. Pueden ser positivos (estímulos positivos) o negativos (estímulos negativos).
La gente está ávida de reconocimiento y ante la falta de halagos positivos, se busca cualquier otro tipo de halago, incluso si ese reconocimiento es de tipo negativo. Cuando somos niños/as, probamos constantemente qué estrategias y comportamientos parecen reportarnos halagos, tanto positivos como negativos. Por lo tanto, los/as niños/as que reciben pocos halagos positivos en casa o en el colegio, se hacen básicamente adictos a buscar y lograr el tipo incorrecto de halago.
¿Cómo crear una estructura de gestión del refuerzo positivo realmente efectiva?
- Aprovecha cada oportunidad de alabar el buen comportamiento siempre que lo detectes.
- Corrige los comportamientos no deseados recompensando a aquellos que hagan lo correcto, pero evitando dar halagos a la persona que no lo esté cumpliendo.
- Si tienes que dar un halago negativo, asegúrate de que va seguido de muchos premios positivos y elogia a aquellos/as alumnos/as que estén haciendo lo que tú quieres que hagan.
- Cuando hayas corregido los comportamientos de un/a niño/a, haz un esfuerzo por sorprenderlo haciendo algo correcto en un momento posterior de la sesión.
Reforzar los comportamientos positivos que los/as niños/as han aprendido en clase afectará al resto de los/as niños/as del grupo y les ayudará a entender qué es lo que tú quieres y para qué das premios. En muy poco tiempo más alumnos/as cumplirán tus normas y expectativas para conseguir también el refuerzo positivo.